Prólogo de las Introductiones Latinae contrapuesto el romance al latín (c. 1488) de Elio Antonio de Nebrija a la Reina Isabel la Católica
INTRODUCCIÓN
RESUMEN
Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, provincia de Sevilla) dedica sus Introductiones Latinae contrapuesto el romance el latín (c. 1488, Salamanca, [Juan de Porras]) a la reina Isabel la Católica, compuestas a petición suya. En ella, enfrenta la edición original latina con una traducción línea por línea en castellano. En la primera parte del presente prólogo, alaba los bienes de la fortuna y de la naturaleza del Reino de España y destaca la importancia de la Gramática latina como puerta al conocimiento de las Humanidades. Finalmente, a modo de refutatio, manifiesta su sorpresa ante la capacidad de la lengua castellana para recoger los «artificios del latín» y pide la protección de su obra.
FACSÍMILES
TEXTO CON ETIQUETADO XML
Si los otros subditos τ vassallos de Vuestra Real Magestad que han dado obra al estudio de las letras asi miraran por el bien publico τ ornamento de nuestra España como yo que soy el menor dellos, no menos sobraria nuestra nacion a todas las otras en el conocimiento de las artes buenas τ honestas que las sobra agora en todos los bienes que los ombres posseen por beneficio de la naturaleza τ fortuna. Dexo el sitio τ fortaleza natural de nuestra España, la qual, como dize Lucio Floro, nunca los romanos pudieran subjuzgar, si los moradores della conocieran sus fuerças y como de la parte del medio dia la defiende el mar mediterraneo, que los antiguos llamaron nuestro, de la parte del occidente τ septentrion τ occeano atlantico τ cantabrico, de parte de oriente, donde ella es mas estrecha, los montes Pyreneos, que la apartan de las Gallias Aquitania τ Narbonense. Dexo la templança τ frescura del ayre, el qual dize Trogo Pompeyo que es muy singular, no sola mente por que, como diximos, esta quasi por todas partes cercada de mar, mas por estar buelta τ trastornada contra los vientos que los griegos llaman zephyros, por que nos dan la vida, los latinos dizen favonios, por que nos halagan τ recrean. No quiero agora dezir como toda esta preñada de mineros de oro, de plata, de hierro y de todos los otros metales, la invencion de los quales no menos que todas las otras buenas artes esta oy entre nos otros perdida. Por que allende lo que los poetas fingen que Minio en Galizia, Tejo en Lusitania, Guadalquevir en el Andaluzia llevan ala mar arenas de oro, escrive Plinio en la Natural Historia quel oro de España se prefiere a todos los otros generos deste metal. El qual auctor eso mesmo dize que sus platerias rentavan cada un dia a Hanibal una infinidad de dinero quando la posseyan los carthagineses. Lo qual concuerda con lo que de aquellos tiempos esta escripto en el primero libro de los Macabeos: que oyo Judas Macabeo como, entre otras muchas hazañas que los romanos hizieron, avian reduzido a su poder los mineros de plata τ de oro que estavan en España τ que por esta causa se movio a hazer con ellos amistad τ compañia. Callo la copia τ generosidad de cavallos τ mulas. bueyes τ vacas ovejas τ cabras celebrada por todos los auctores, hasta fingir los poetas que Geriones rey de España fue pastor de cuyo despojo Hercules vencedor no llevo otra cosa si no ganados en la pompa τ apparato de su triumpho. Dexo, en summa, tanta abundancia de pan. vino, miel, azeite, fruta, caça, pescado τ [Page f. 1v]todas las otras cosas que son para necessidad o arreo de la vida humana, dexo como dize Justino que lo sterile della es frutuoso, dandonos vidro τ esparto. Dexo, por que no me detenga en cada cosa, que de ninguna parte del mundo tantas cosas se cargan para otra, ni menos se trahen de fuera τ aun essas no muy necessarias.
Vengo a lo ques proprio del ombre: Ninguna otra nacion, como dize Trogo Pompeio, es tan sufrida de hambre, calor, frio, trabajo, tan constante τ fiel en las alianças publicas τ amistades privadas como parece en los saguntinos τ aquel siervo, que en vengança de su señor mato al principe τ capitan de los carthagineses. Tan cobdiciosa de la honra τ saber τ osar morir por ella. ¿Pues que dire del ingenio τ memoria de los ombres de nuestra nacion cerca de qual quier genero de doctrina en que quisieron trabajar? Da testimonio τ señal desto que dentro de un siglo en que las letras latinas mas florecieron dio nuestra España o los primeros o a lo menos los segundos: en el verso heroico por consentimiento de todos, a Lucano el segundo τ, no mucho lexos del, a Silio Italico. En la tragedia, a Seneca, no sola mente el primero, mas el que de todos los tragicos latinos merecio durar hasta nuestros tiempos. En los epigrammas a Valerio Marcial el primero, salva paz de los que mucho aman a Valerio Catullo. En la oratoria, si ninguno pudo igualar con la fertilidad τ copia de Marco Tullio, tenemos sin ninguna contencion a Marco Fabio Quintiliano en la segunda orden τ a Seneca Gallion el tercero. Pues ya en su genero ¿quien pudo ser mas diligente que Columela en el agricultura, que Pomponio en la cosmographia, que Trogo en la historia? Mas ¿a que fin avemos traydo tantas cosas en alabança de nuestra España? Para demostrar lo que en el comienço diximos: que para el colmo de nuestra felicidad τ complimiento de todos los bienes, ninguna otra cosa nos falta sino el conocimiento de la lengua, en que esta no sola mente fundada nuestra religion τ republica christiana, mas aun el derecho civil τ canonico, por el qual los ombres biven igual mente en esta gran compañia que llamamos ciudad; la medicina, por la qual se contiene nuestra salud τ vida; el conocimiento de todas las artes que dizen de humanidad, por que son proprias del ombre en quanto ombre. Y como este sea el primer principio τ entrada para todas ellas, todo lo que cerca del se yerra, aunque parece que es poco negocio, despues nos lleva a grand labyrintho de confusion. Por que, como dize Aristoteles: poco error en el principio se haze grande en el fin; τ en otro lugar: quel pecado en las puertas no es tolerable. Desta ignorancia viene que los que oy enplean sus trabajos en el estudio de la Sacra Escriptura como no pueden entender los libros de aquellos sanctos varones que fundaron nuestra religion, digo Origenes, Eusebio, Hylario, Basilio y de los latinos Terthuliano, Lactancio, Cipriano, Ambrosio, [Page f. 2r]Augustino, Hieronymo passan se a leer otros auctores que escrivieron en aquella lengua quellos deprendieron. De aqui viene que los juristas apenas entienden la imagen τ sombra de su codigo τ digestos. De aqui, que los medicos no leen dos lumbres de la medicina: Plinio Segundo τ Cornelio Celso. De aqui, que todos los libros en que estan escriptas las artes dignas de todo ombre libre yazen en tinieblas sepultados. Y por que en breve tengo de publicar una obra de vocablos en latin τ romance en que provoco τ desafio a todos los nuestros que tienen habito τ profession de letras, no digo mas en esta parte sino que desde agora les denuncio guerra a fuego τ a sangre, por que entre tanto se aperciban de razones τ argumentos contra mi.
Vengo agora muy esclarecida Reyna τ Señora, a lo que Vuestra Alteza por sus letras me mando para algun remedio de tanta falta: que aquellas Introduciones de la Lengua Latina que yo avia publicado τ se leyan ya por todos Vuestros reynos, las bolviesse en lengua castellana contrapuesto al latin el romance. Quiero agora confessar mi error: que luego en el comienço no me parecio materia en que yo pudiesse ganar mucha honrra por ser nuestra lengua tan pobre de palabras que por ventura no podria representar todo lo que contiene el artificio del latin. Mas despues que comence a poner en hilo el mandamiento de Vuestra Alteza, contentome tanto aquel discurso que ya me pesava aver publicado por dos vezes una mesma obra en diverso stilo τ no aver acertado desdel comienço en esta forma de enseñar mayor mente los ombres de nuestra lengua. Que aun que por aquellas pueden mucho aprovechar los que tuvieren buenos preceptores, esta igual mente se offrece a los que saben τ a los que quieren saber, a los que enseñan τ deprenden, a los que han olvidado lo que en algun tiempo supieron τ a los que de nuevo quieren deprender τ a todos estos no con mucha conversacion de maestros. De donde a lo menos se siguira aquel conocido provecho que de parte de Vuestra Real Magestad me dixo elmuy reverendo padre y señor, el obispo de Avila: que no por otra causa me mandava hazer esta obra en latin τ romance sino por que las mugeres religiosas τ virgines dedicadas a Dios, sin partecipacion de varones pudiessen conocer algo de la lengua latina. ¡O bien aventurança de nuestros tiempos en que quiere nuestra Princesa τ Governadora no sola mente reduzir a nuestros siglos las costumbres τ sanctidad antigua mas aun las letras en que florecieron aquellas sanctas hembras Paula, Marcella, Jullia, Blesilla τ otras muchas a quien los sanctos doctores de aquellos tiempos endereçavan sus obras! I por que sepa el lector en que lugar esta cada cosa de las que querra buscar, puse luego en frente lo que se contiene por orden en cada uno de los cinco libros en que se parten nuestras Introduciones.